jueves, 23 de mayo de 2013

TRISTEZA


No lo pude evitar...Se me cayó el alma a los pies cuando vi a aquel chico desnutrido, con la mirada triste, infeliz, tocando su guitarra; aquel chico de nuestra misma edad pedía allí, frente a mí, en aquel vagón del metro.
Ahora vuelvo a estar en el mismo lugar, en el mismo vagón. De nuevo el corazón no cesa de latirme al escuchar, esta vez, a una mujer de mediana edad que con lágrimas en los ojos nos suplica una limosna para poder dar de comer a sus dos pequeños.
Cada día hay más vidas infelices, más gente sin salida, más personas desoladas... Antes, cada mañana veía las mismas caras tristes, ya caras amigas, mas ahora, desde hace unos meses, nuevos rostros se han visto arrastrados a salir a la calle, a pedir limosna.
No quiero volver a la España de nuestros abuelos, no quiero ver a la gente desmayarse por las calles, no quiero sentir sus corazones rotos, sin esperanza...¡No! ¡No quiero! No quiero oír gritos de dolor, no quiero ver miradas perdidas, no quiero oler su miedo, sentir su desconsuelo, tocar sus lágrimas...¡No! ¡No quiero! Solo quiero un mundo en el que cada alma sienta, sueñe, sonría, viva.

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